Gran Sabana no postal

Mi madre siempre dice que vivo "en el fin del mundo". Yo vivo en la Gran Sabana, en el sureste extremo de Venezuela, en un sitio tan distante
y tan distinto que hasta se me ocurrió quedarme a vivir. Los invito a conocer esa Sabana que experimento en mi cotianidad: la Gran Sabana no postal.

jueves, 7 de julio de 2011

El Sur también es una quimera

La casa rodante de Bruno y su familia (Fotografía de Morelia Morillo).

LaTroncal 10 lleva al al Sur en tricicleta o en Rolls (Fotografías de Tewarhi Scott y Morelia Morillo).

Ellos son polacos. Salieron de su país con el objetivo de viajar durante un año a bordo de su tricicleta.  Sobre la tercera rueda, en la maletera, viaja la casa, la ropa, la comida y todo lo demás.

Pedaleando, por supuesto, cruzaron la Aduana Ecológica de Santa Elena de Uairen -puerta de Venezuela de cara al Brasil- y se enrumbaron hacia la Gran Sabana. Corría el primer domingo de julio.

En inglés,  contaron que venían desde Salvador de Bahía, hoy capital de ese estado y antes del Brasil colonial, y que les faltaba mucho por recorrer.

A la altura de Brisas del Uairen, la barriada aledaña a Santa Elena (la primera ciudad venezolana en esta frontera), solicitaron las señas de un mecánico que remendara y regresara a su lugar la cadena de su vehículo.

No faltó quién les ofreciera una cola o les planteara la alternativa de un taxi. Pero ellos, firmes en su propósito, tomaron nota de la información que requerían, chequearon su mapa, se dieron cuenta de que sólo les faltaba transitar un par de kilómetros y se lazaron hacia Santa Elena en busca del taller. Era domingo, seguramente lo consiguieron cerrado.

Bruno, su mujer y sus dos hijos son franceses. Salieron de su casa en septiembre de 2010 . Hicieron del camión IVECO su hogar. Se aveturaron a conocer Suramérica desde la Patagonia hasta Colombia y esperan regresar en septiembre próximo. 

A diario, muchos atraviesan la Gran Sabana en busca del Sur profundo o de regreso. Por la Troncal 10, transitan bicis y motos que parecen casas rodantes, motorhomes de lujo y de latón. La semana pasada, una camioneta Hyundai chilena. Hace un par de meses, un Rolls Royce canadiense.

A veces, por lo general, los viajantes sólo cuentan con su cuerpo y la mochila. No llevan placas, no sé sabe de dónde vienen. El Sur también es una quimera.

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