Gran Sabana no postal

Mi madre siempre dice que vivo "en el fin del mundo". Yo vivo en la Gran Sabana, en el sureste extremo de Venezuela, en un sitio tan distante
y tan distinto que hasta se me ocurrió quedarme a vivir. Los invito a conocer esa Sabana que experimento en mi cotianidad: la Gran Sabana no postal.

martes, 23 de febrero de 2010

Más lejos que nunca

Santa Elena de Uairén, la capital del Municipio Gran Sabana en el sureste venezolano, se encuentra aproximadamente a 800 kilómetros de Ciudad Guayana, el centro poblado más importante del sureste venezolano y a 250 kilómetros de Boa Vista, la capital del brasilero estado de Roraima.

A Boa Vista trasladan a las mujeres que requieren de una cesárea y a los pacientes que ameritan de una terapia intensiva como última opción de vida. A Puerto Ordaz (la fracción A, B de Ciudad Guayana) viajamos para sacar el pasaporte, por ejemplo.

Tal vez sea la distancia que nos separa de la vida urbana la razón por la cual empleamos la expresión “afuera”, para referirnos al resto del país: “Voy a viajar para afuera”; “Afuera me sale más barato”; “Yo voy al médico afuera”; “Afuera la situación está difícil”.

“Afuera te matan hasta por un par de zapatos” es una expresión común e implica que acá nos mantenemos al margen de muchas cosas de la vida contemporánea venezolana, incluso de la inseguridad.

Sin embargo, desde hace un año, quienes vivimos en la Sabana compartimos la impresión de que estamos más lejos que nunca de la ciudad e incluso de que estamos encerrados, sitiados.

Desafortunadamente, ya perdimos la cuenta de los autobuses que han sido embestidos por el hampa en el tramo de la Troncal 10 que une al kilómetro 88 con Ciudad Guayana.

El modus operandi varía: a veces, los bandoleros salen de la maleza tan pronto como el transporte colectivo se accidenta; otras tantas, la circulación se ve interrumpida por la presencia de un camón en el centro de la vía.

Cubiertos con pasamontañas y envalentonados con armas largas y cortas, los delincuentes suben al autobús, obligan al chofer a internarse en una zona desolada; armas en mano, despojan a los pasajeros de sus ropas, sus celulares, carteras, cámaras, computadoras, prendas y de sus equipajes. De los mineros obtienen oro y diamantes recién arrancados de entre las entrañas de Guayana.

Finalmente, montan el botín en un camión o camioneta pick up y se pierden en la noche.
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