Gran Sabana no postal

Mi madre siempre dice que vivo "en el fin del mundo". Yo vivo en la Gran Sabana, en el sureste extremo de Venezuela, en un sitio tan distante
y tan distinto que hasta se me ocurrió quedarme a vivir. Los invito a conocer esa Sabana que experimento en mi cotianidad: la Gran Sabana no postal.

lunes, 25 de mayo de 2009

A Brasil sin pasaporte

Sakaumuta escenario del fútbol entre los dos países (Fotografía de Tewarhi Scott).
En carro, recorrer los 10 kilómetros que separan a la comunidad indígena de Sakaumuta de la carretera Santa Elena-Ikabaru, en el Estado Bolívar, no amerita más de 12 minutos, puentes de madera y baches mediante. En bicicleta, salvar los mismos obstáculos no lleva más de 50 minutos. Para aquellos con un entrenamiento promedio. Los habitantes de la cercana Waramasen estiman que el trayecto se hace en una hora a pie. Ellos suelen andar a paso redoblado, aunque sin esfuerzo aparente.
Pero Sakaumata se encuentra en territorio brasilero, con acceso por un costado del hito L1 25, siempre desde Venezuela, pues del resto del Brasil está protegida por una fortaleza de un verde frondoso e impenetrable. No hay alcabalas ni autoridades, las divisiones político-territoriales son posteriores a los asentamientos indígenas en la zona.
Bien decía la profesora Marisabel Girón, mestiza de madre Pemón residenciada en Manak-Krü: “Para nosotros no hay fronteras, ni aduanas, ni alcabalas ¿Quién nos va a pedir pasaporte para ir a visitar a una tía o a una abuela?” Advertencia, por acá la palabra mestizo es de uso corriente, por lo que no involucra ni una mínima dosis de racismo.
“Somos venezolanos, pero podemos vivir por igual en Brasil que en Venezuela. Lo indios no tenemos fronteras”, corroboró luego Agostino Martínez, fundador de Sakaumuta. “Esta comunidad es nuevecita, está cumpliendo cinco años”, contabilizaba a mediados de 2007.
_ ¿Cinco?
_ Empezamos a trabajar el conuco en 2002 y en 2003 nos vinimos definitivamente.
_ ¿Qué significa Sakaumata?
_Es una mata que da una fruta pequeña que comen los pajaritos, por aquí se ve mucho.
Martínez, su esposa e hijos, el suegro, los cuñados y su descendencia llegaron a este flanco de la selva amazónica desde Maurak, una de las comunidades indígenas pemón más pobladas. Se encuentra en las cercanías de Santa Elena de Uairén, capital de municipio Gran Sabana del estado Bolívar ¿El objetivo? Dar con tierras fértiles, todo un reto para quienes habitan en las sabanas del sureste venezolano.
Como el caminar de los pemón, los días en Sakaumuta transcurren sin prisa. Los hombres trabajan el conuco, mientras que las mujeres se ocupan del fogón. Exceptuando los viernes, día de mercado en Santa Elena, el resto de las jornadas se cierran con futbol.
Se habla español, eso sí con la escasa vocalización pemón, una lengua de sonidos guturales perceptibles apenas a través del espacio interdental. No obstante, como en el resto de esta zona fronteriza se han adoptado los gustos y habilidades del país contiguo, desde la afición a los goles hasta el gusto por los ritmos musicales cariocas.
Los domingos, el improvisado campo sirve para escenificar partidos internacionales. A mediados de noviembre, por ejemplo, hubo uno entre Brasil y Venezuela, representados por los equipos de Sakaumutá y Maurak.
Brasil dio cuenta de su vecino con media docena de goles a favor y apenas uno en contra. Un resultado similar se repitió en El Paují, comunidad venezolana mixta (criollo-indígena) ubicada sobre el mismo eje carretero.
Ese día de noviembre, los padres de un cumpleañero sirvieron tuma, el hervido típico de los Pemón hecho de “presa” (carne de cacería, de res, de pollo o pescado) y ají y celebraron al compás de fogão, suerte de pop con el sello de la masiva industria brasilera.
morelia_morillo@yahoo.com
*Periodista, residenciada en la capital de la Gran Sabana.

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